jueves, 29 de noviembre de 2007

Ryan Gosling

Mi nuevo actor preferido... Se suma a la lista que incluye a Ed Norton, Al Pacino, Gary Oldman, Christian Bale... De todos los palos, calidades y versatilidades...


Meet...



Ryan Gosling


Se lo puede ver en:
- The Notebook (a la que pertenece la foto)
- Stay
- The Believer
- Half Nelson
- Fracture
- The United States of Leland
- y otras tantas que todavía no vi, pero pienso ver.
Se zarpa en Stay, ahí me enganché con este loco en el papel de un artista que no se sabe muy bien qué onda (está limado, ve más allá de lo que vemos todos, o las dos cosas, o ninguna...). Con The Notebook me terminó de enamorar...
Está bueno que aparezcan actores así, que le sacudan la modorra a Hollywood de una vez. Ya me cansé de las caras de Di Caprio (acechando cualquier papel que huela a Academy Award), de Cruise (su caripela me impide ver las actuaciones, es más fuerte que yo) y de otros tantos que ahora ni recuerdo.
Una bocanada de aire fresco, este pendejo... que tiene mi edad! lo pario...

sábado, 17 de noviembre de 2007






La afirmación es la siguiente: el mundo es, en efecto, un pañuelo, y nosotros los malditos mocos.


Si me pongo a contar fríamente, las historias paralelas en Magnolia son:

  • El ex niño prodigio
  • El actual niño prodigio
  • El gurú de la seducción
  • El padre del gurú de la seducción
  • La esposa del padre del gurú de la seducción
  • El enfermero del padre del gurú de la seducción
  • La cocainómana
  • Su padre
  • El policía que se enamora de la cocainómana (quien lleva el hilo, digamos, dentro de la película y se encarga de hacer las reflexiones genéricas que aplican tanto a todo el abanico de personajes como a nosotros que miramos y decimos “sí! La puta madre! Es ASI!!!”).
  • Y si me olvido de alguna, confío en que alguno de ustedes sabrá acotar de modo acorde.

Todos estamos en relación con más cosas de las que nos imaginamos, con más gente de la que nos imaginamos, y esa gente nos afecta, sin saberlo, de modo directo, franco, sin tapujos. Nos enteremos o no, siempre vivimos afectados por el universo de extraños que nos rodea y del que a veces no nos damos cuenta por estar encerrados en nuestras pequeñas miserias cotidianas. Que son ciertas, que son reales, pero a veces –en la mayoría de los casos- no nos dejan darnos cuenta de las pequeñas cosas hacen la diferencia entre una vida bien vivida y una vida de mierda.

Todos los personajes de la película, esa gran historia global en la que unos colisionan contra otros sin un sentido aparente, en un principio, tienen algo o alguien que se encarga de cagarle la vida de tiempo completo -cuando no son ellos mismos-. Experimentan desilusiones ,grandes o pequeñas, frustraciones, vejaciones, adicciones, enfermedades, obsesiones. Cuestiones que no los dejan ser como quisieran, o que los han empujado de tal manera a una realidad alternativa que los modifica, trastorna, y tal vez ni siquiera hayan reflexionado mucho al respecto.

La colección de actores y actrices es excepcional, cada papel parece escrito a medida de cada intérprete, un gran acierto de casting. Ni hablar del guión que Paul Thomas Anderson nos regala, que seguramente le habrá costado un parto y medio, ese enjambre tejido a la perfección en el que no hay falla aparente, ni a simple vista ni a mirada más certera.

Tanto el principio, con las historias cortas que nos muestran que a veces la casualidad no existe, como el final, con la tremebunda lluvia de sapos, nos dejan la sensación de que el cine es más la vida misma de lo que nos imaginamos.

Rebobinen sobre situaciones así en sus vidas, después me cuentan.

Todo lo que podemos sentir alrededor de una situación caótica de todos los días, está en
Magnolia. Estamos solos, y la tendencia a es a sentirnos cada vez más solos, que es en sí nuestra esencia. Solos nacemos, solos nos morimos, pero en el medio nos cruzamos con miles de personas que nos afectan. Saber dejarse afectar es la cuestión.

Y no me vengan conque se parece a
Crash, porque esa pseudo-película no es más que Magnolia masticada para idiotas.

La banda de sonido, a cargo de Aimee Mann es... inexplicable (para un comentario sobre la banda de sonido de la película, ingresar aquí.

Año: 1998.
Dirige: Paul Thomas Anderson, sobre su propio guión original.
Con: muchos grossos, véanla y ya.

Recomendación: vayan a la Biblia y lean Exodo 8:2.

Acotación al margen: una de las pocas películas en que actúa Tom Cruise y no tengo ganas de cagarlo a trompadas por sobreactuar así... tan como sólo "él" sabe hacerlo.

Links

IMDB

Site oficial de la película


Magnolia en Wikipedia

viernes, 9 de noviembre de 2007

HIJOS DEL HOMBRE




Tuve unos de esos días de buen tino e hice algo que me complace sobremanera: ir al cine sola.

La película en cuestión es Children of Men (Niños del hombre), de Alfonso Cuarón.

No tenía mucha más idea de la general con respecto a la película. Con esto quiero decir: no fue una de esas películas que espero con fervor, sobre la cual conocer todos los detalles previos al momento de sentarme en la butaca. Fue un rapto. Eran las 2 de la tarde y pensé: voy al cine, a ver qué hay en cartel... umm... sí, intersante.

Fui.

Sola.

Al Cine.


Esa magnífica experiencia que implica ir al cine a ver una película. Porque no es alquilar, porque no es ver algo en cable. Es IR AL CINE. Con toda la carga emocional que eso implica.

Es prepararse, prediosponer los sentidos a la big screen, a ese sonido envolvente, a tener más gente alrededor. Es decidir si comprar o no pochoclo, coca o agua mineral, tener chicle a mano, sentarse y si es posible y no se patea ninguna cabeza, poner las patas en el respaldo de la butaca de adelante (soy de las que prefiere sentarse en las últimas filas).

En mi caso, es una predisposición espiritual.

Y el resultado (por qué esta manía copiada de los críticos de llamar a algo como una película, por el mote de "producto"?) fue satisfactorio. En extremo.

El año 2027, la humanidad ha dejado de reproducirse. Muere la persona más joven (un argentino llamado Diego de 18 años... será maradoniana la cosa??) y la debacle, que venía sucediendo, termina de reventar.

Como siempre, la Gran Bretaña (o en su defecto: los Estados Unidos) es el último bastión civilizado. Pandemias, epidemias, grupos terroristas revolucionarios, TODO predispuesto para que TODO se vaya al carajo de manera tajante e irreversible.

Theo es un ex activista -interpretado de modo tan sentido y acalorado por el excepcional Clive Owen- que de repente se ve envuelto en la misión de cuidar de la primer mujer embarazada en años, una refugiada africana. Tiene que pasar por las mil y una para mantener a esa mujer, y sobre todo, al hijo que lleva en la panza, con vida. Atravesar tiroteos infranqueables, llegar a tomar un barco, esconder al bebé una vez que ha nacido...


Sobre Michael Caine: es tipo siempre está magistral (que palabra de crítico, my god!) en su papel. Estuvo en una seguidilla de películas que vi todas juntas y con ojo crítico: Batman Begins, El Gran Truco (The Prestige) y en ésta. Y en todas me encanta. En todas el personaje parece confeccionado a medida. Y si de hecho ha sido así, que los papeles fueron escritos para él, un gran acierto de guión.

Relacioné esta película, con su perspectiva sobre un mundo sin niños, con Intermitencias de la muerte, de Saramago, en un país sin muerte. Los límites de no morir y no nacer. Lo apocalíptico de ambas cuestiones. Los extremos. No nacer y no morir. Qué tan claves son estos momentos para las vidas individuales y colectivas. Cuando uno lee o mira una película al respecto, y reflexiona en detalle sobre el tema de morir y el tema de nacer, hay dos opciones: simplificar o hacer complejo.

Y la cosa parece más simple que compleja.

Funciones naturales alteradas. Alteradas por el hombre. Alteradas por el hombre que actúa sobre cosas que a veces no sé si está bien que actúe. No está bueno desear no morir. No está bueno querer regular quién nace y cómo. Mejor dicho, no sé si no está bien, sino que hoy, en este momento, y con la película a cuestas, pienso en Aldoux Huxley, en 1984, en El demoledor y en la oveja Dolly, en Marilyn Manson y los chicos que nacían deformes en su barrio por haber sido los padres expuestos al agente naranja.

Puedo concluir que algunas cosas se están yendo indefectiblemente a un lugar que bien podría llamarse carajo.

Que no todo es sci-fi.

Que no todo es supuesto y futuro lejano.

Que vi demasiados X-Files.

Que leer a Bradbury desde los 7 ha dejado mella profunda en mí.


Links

IMDB

Alfonso Cuarón en IMDB

Clive Owen en Wikipedia

Site oficial de la película

martes, 6 de noviembre de 2007

LAST DAYS





De un tiempo a esta parte (año1998) me interesé mucho por el grunge, por las bandas que formaron ese movimiento que se llamó La Movida de Seattle. Resulta que hay lugares, determinados lugares, en los que pasan cosas, pero cosas MUY grosas, aunque no tan evidentes.
Y la gente -más que nada la juventud, divino tesoro-, se expresa porque NO PUEDE MAS.
Así llegué a Pearl Jam, Alice in Chains, Soundgarden, y a la banda que nos ocupa (báh, su creador), NIRVANA.


Last Days es una versión de Gus Van Sant de lo que fueron los últimos días de Kurt Cobain.


Cuando ves la película la primera vez, mucho no se entiende, más que lo sabido: que al final, el protagonista se suicida.

Bien.

Pero… ¿por qué?

Un Chico-Rubio-Casi-Raquítico se baña en un río. Sabés que va a ser su último baño. Sabés que se está despidiendo. Sabés muchas cosas, y aún así no sabés nada.


Ves un montón de gente circulando por una casa fantasma, una tele gigante que pasa música pedorra todo el día, el mismo canal de videos que antes pasaba los videos de Nirvana, ahora muestra todo el tiempo a Boyz II Man. Y eso, a Chico-Rubio-Casi-Raquítico, le rompe soberanamente las pelotas.


Planos largos, cuelgues, silencios. El ambiente que para cualquiera sería de relax, se torna opresor. Los árboles asfixian, el cielo abierto y claro es abrumador. Y en el medio, ese casi fantasma que ahora está, ahora no está.


La mejor escena:
plano desde afuera, la cámara enfoca la ventana. El Chico-Rubio-Casi Raquítico (Blake/Kurt) sentado en la batería. No sabés si toca, porque el reflejo de los árboles en los vidrios no te permite distinguir si se mueve o no. La música sube, el plano se abre, y el caos perfecto bien puede ser el caos que atraviesa su mente.


Una de las escenas mejor logradas en la historia del cine.


Y termina como todos sabemos, en el invernadero, con la escopeta.


Michael Pitt se parece tanto a Kurt que asusta.


Cuando la ví, hacía pocos días que había terminado de leer la biografía oficial de Kurt Cobain.
Pasé por su nacimiento, infancia, adolescencia, corta adultez. Y entendí mucho más.
Ahora tengo más elementos para cerrar el círculo de una existencia que me era ajena, más allá del conocimiento público en general. Y aún así es tan triste, tan desolador, tan extraño y tan familiar.


Si tienen la oportunidad y un poco de curiosidad, véanla. Y si ya la vieron, vuelvan a verla.
Siempre se puede encontrar más. No alcanza con mirar las cosas de manera superficial. A veces, para entender, hay que mirar y mirar, volver a mirar… y seguir mirando. Y pensar. Y sentir, sobre todo sentir y dejarse llevar por eso que nos marca la tripa.


Links

Nirvana site oficial (o algo que se le parece bastante)
Site oficial de la película

FIGHT CLUB








El Club de la Pelea
(O la apoteosis de la Cultura Occidental)
Todos tenemos días de mierda.
Todos, en algún momento, queremos pegarle una trompada a nuestro jefe.
Todos queremos ser seguros de nosotros mismos.
Estamos a punto de estallar.
¿Y cuando estallamos… QUÉ?



Hablar del sistema es algo remanido. El sistema nos posee, nos corrompe y nos vuelve esclavos. Se regodea con nuestro dolor y lo peor es que ni siquiera tiene un rostro definido. Podemos adjudicarle el rostro de quien queramos: algunos lo llaman Menem, otros Bush, tal vez alguien lo identifique con Jorge Rial, Julio y/o Mariano Grondona o Bill Gates. Yo elijo a Marcelo Tinelli.

La cuestión que uno junta, junta, junta mierda y más mierda, y un buen día explota. O implota. Se desparrama dentro de nosotros una cantidad de basura tal que nos sale hasta por las orejas. Y queremos dinamitar el edificio en que trabajamos, deseamos tener una 4x4 para darle un buen topetazo al pelotudo del Gol plateado que para en doble fila y ni siquiera pone las balizas, o simplemente cagar a tiros al infeliz del almacén que nunca, pero NUNCA tiene los 30 centavos del vuelto.

Esta película de 1999 le –nos- voló la cabeza a mucha pero mucha gente. Era lo que necesitábamos ver: saber que la mierda no es la única alternativa, que se puede hacer frente a todo lo que oprime/deprime y salir airoso.

El personaje de Edward Norton no tiene nombre, porque es uno y es todos. Es un pobre tipo que constata fallas para una empresa de seguros, se masturba con catálogos de muebles modulares y vive en un departamento a prueba de ruidos. Su jefe lo cree un tremendo imbécil y lo tiene de punto. No tiene novia. No tiene amigos. Su único entretenimiento en el mundo es la miseria ajena. Sí, mis queridos, el nunca bien ponderado morbo.

Jack -supongamos que ése es su nombre- recorre grupos de autoayuda de enfermos terminales, adictos al sexo, hombres que han perdido alguna de sus “evidencias” de masculinidad. En cada grupo se llama distinto, nunca usa su nombre real. Nadie sabe que necesita sentir que otros están peor y exactamente eso lo pone mejor. Hasta que alguien -ella, Marla-, lo pone en evidencia y su mundo se derrumba.



Colapso.

Y Tyler. Tyler Durden.



Tyler -en la piel y ojos y nariz y risa sarcástica de Brad Pitt- es seguro, confiado de sí mismo, se caga en la estabilidad y los cánones preestablecidos. Tyler es como Jack quiere ser, como todos queremos ser: lindo, atractivo al sexo opuesto (o propio), inteligente, el mejor amante con el mejor sentido del humor.
Tyler incita a Jack a sacar el tigre que hay en él. Lo incita a ser, sin que le importe lo que los demás puedan decir de él. Le da el cuchillo que necesita para cortar sus ataduras y con su cordura.
En lo más primal, somos todos lo mismo. El sabor de la sangre nos incita y nos lleva a querer más. La libertad que da esa primera trompada nos lleva al éxtasis más repentino. Ser uno y todos. Sacarnos la careta. Destrozar algo hermoso.

La escena final, con Pixies y Where’s my mind cuando todo explota es sublime. Es el sueño del caos, de la apoteosis más profunda. El Apocalipsis soñado por Marx.

El sistema, ese círculo sin rostro, cae a nuestros pies.

Links

IMDB

Fight Club en Wikipedia

Site oficial de la película

This is Your Life

Citas de Fight Club (para tener siempre a mano)