viernes, 9 de noviembre de 2007

HIJOS DEL HOMBRE




Tuve unos de esos días de buen tino e hice algo que me complace sobremanera: ir al cine sola.

La película en cuestión es Children of Men (Niños del hombre), de Alfonso Cuarón.

No tenía mucha más idea de la general con respecto a la película. Con esto quiero decir: no fue una de esas películas que espero con fervor, sobre la cual conocer todos los detalles previos al momento de sentarme en la butaca. Fue un rapto. Eran las 2 de la tarde y pensé: voy al cine, a ver qué hay en cartel... umm... sí, intersante.

Fui.

Sola.

Al Cine.


Esa magnífica experiencia que implica ir al cine a ver una película. Porque no es alquilar, porque no es ver algo en cable. Es IR AL CINE. Con toda la carga emocional que eso implica.

Es prepararse, prediosponer los sentidos a la big screen, a ese sonido envolvente, a tener más gente alrededor. Es decidir si comprar o no pochoclo, coca o agua mineral, tener chicle a mano, sentarse y si es posible y no se patea ninguna cabeza, poner las patas en el respaldo de la butaca de adelante (soy de las que prefiere sentarse en las últimas filas).

En mi caso, es una predisposición espiritual.

Y el resultado (por qué esta manía copiada de los críticos de llamar a algo como una película, por el mote de "producto"?) fue satisfactorio. En extremo.

El año 2027, la humanidad ha dejado de reproducirse. Muere la persona más joven (un argentino llamado Diego de 18 años... será maradoniana la cosa??) y la debacle, que venía sucediendo, termina de reventar.

Como siempre, la Gran Bretaña (o en su defecto: los Estados Unidos) es el último bastión civilizado. Pandemias, epidemias, grupos terroristas revolucionarios, TODO predispuesto para que TODO se vaya al carajo de manera tajante e irreversible.

Theo es un ex activista -interpretado de modo tan sentido y acalorado por el excepcional Clive Owen- que de repente se ve envuelto en la misión de cuidar de la primer mujer embarazada en años, una refugiada africana. Tiene que pasar por las mil y una para mantener a esa mujer, y sobre todo, al hijo que lleva en la panza, con vida. Atravesar tiroteos infranqueables, llegar a tomar un barco, esconder al bebé una vez que ha nacido...


Sobre Michael Caine: es tipo siempre está magistral (que palabra de crítico, my god!) en su papel. Estuvo en una seguidilla de películas que vi todas juntas y con ojo crítico: Batman Begins, El Gran Truco (The Prestige) y en ésta. Y en todas me encanta. En todas el personaje parece confeccionado a medida. Y si de hecho ha sido así, que los papeles fueron escritos para él, un gran acierto de guión.

Relacioné esta película, con su perspectiva sobre un mundo sin niños, con Intermitencias de la muerte, de Saramago, en un país sin muerte. Los límites de no morir y no nacer. Lo apocalíptico de ambas cuestiones. Los extremos. No nacer y no morir. Qué tan claves son estos momentos para las vidas individuales y colectivas. Cuando uno lee o mira una película al respecto, y reflexiona en detalle sobre el tema de morir y el tema de nacer, hay dos opciones: simplificar o hacer complejo.

Y la cosa parece más simple que compleja.

Funciones naturales alteradas. Alteradas por el hombre. Alteradas por el hombre que actúa sobre cosas que a veces no sé si está bien que actúe. No está bueno desear no morir. No está bueno querer regular quién nace y cómo. Mejor dicho, no sé si no está bien, sino que hoy, en este momento, y con la película a cuestas, pienso en Aldoux Huxley, en 1984, en El demoledor y en la oveja Dolly, en Marilyn Manson y los chicos que nacían deformes en su barrio por haber sido los padres expuestos al agente naranja.

Puedo concluir que algunas cosas se están yendo indefectiblemente a un lugar que bien podría llamarse carajo.

Que no todo es sci-fi.

Que no todo es supuesto y futuro lejano.

Que vi demasiados X-Files.

Que leer a Bradbury desde los 7 ha dejado mella profunda en mí.


Links

IMDB

Alfonso Cuarón en IMDB

Clive Owen en Wikipedia

Site oficial de la película

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